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Dietas milagro, las hipergrasas o cetogénicas

Puede ser que alguien de tu entorno, o incluso tú mismo, hayas seguido una dieta hipergrasa para adelgazar. ¿Te has encontrado alguna vez con un menú en el que puedes comer todos los huevos fritos que quieras? Eso sí, siempre acompañados con corteza de cerdo para mojar. ¿O con una dieta que te permite comer embutido hasta estallar y en la que el consumo de aceites, mayonesa y mantequillas es ilimitado?
Quizás lo que resulte más atractivo de estas dietas es que no es necesario pesar los alimentos, no hay limitación de cantidades, puedes tomar todo lo que quieras, aunque eso sí, sólo de ciertos alimentos.
Cuando escuchas las características de estas dietas, y si además te dicen que puedes llegar a perder hasta cinco kilos en una semana, quizás te pueda parecer que es «el sueño ideal de toda persona a dieta», incluso los tres primeros días de seguimiento de esta dieta pareces una persona feliz. Pero no te engañes, te invito a que la sigas durante dos semanas: después de este tiempo sin probar el pan, la fruta, las legumbres o un plato de pasta, llegarás a soñar con un dulce de chocolate, matarías por comerte el jamón en bocadillo, y hasta una naranja de postre te parece un manjar exquisito.

Baguette

Baguette

Las dietas hipergrasas prohíben terminantemente el consumo de pan, arroz, pasta, etc. Incluso llegan a eliminar la fruta de tu alimentación. Con proporciones de grasa de hasta un 95% del total de calorías de la dieta, estas dietas son un claro ejemplo de dietas cetogénicas (únicamente un 4% de calorías totales de la dieta procede de las carbohidratos). Aunque Atkins fue el principal promotor y divulgador de las dietas hipergras, durante los años 80, este tipo de dietas de adelgazamiento se conoce desde el siglo XIX.
Pero ¿por qué adelgazan? ¿Qué milagro fisiológico sucede cuando seguimos una dieta hipergrasa para adelgazar? El mecanismo de acción es semejante al de las dietas hiperproteicas y al de todas aquellas dietas que presentan menos de 100 g de hidratos de carbono al día. La búsqueda de glucosa produce un estrés metabólico semejante al ayuno en el que se pierde, entre otras cosas, gran cantidad de agua.
Pero quizás lo que resulte casi milagroso en el funcionamiento de estas dietas, es que a pesar de la alta ingesta de grasa, ésta es imposible que se acumule en el tejido adiposo, en lo que vulgarmente llamamos mi- chelines. La grasa que comemos penetra en nuestros adipocitos en forma de ácidos grasos, pero una vez dentro hace falta un metabolito especial, el glicerolfosfato, para poder quedarse, para que se pueda almacenar en forma de triglicéridos. Pero fíjate que el glicerolfosfato pro- cede únicamente de la glucosa y en este tipo de dietas no tenemos glucosa. A pesar de tomar aceite, mantequilla y embutidos de manera ilimitada, la grasa no se puede almacenar, con lo que vuelve al torrente sanguíneo dando lugar a elevadas concentraciones de triglicéridos y colesterol.

mantequilla

mantequilla

Recuerda que estas dietas son altamente peligrosas. Para que tu cuerpo pierda peso te pueden estar ocasionando una enfermedad. Quizás, de todas las dietas conocidas, éstas sean las más dañinas porque se repiten las grandes desventajas de las dietas hiperproteicas, pero más acentuadas, y además, se producen altos valores de colesterol y triglicéridos en sangre junto con gran cantidad de cuerpos cetónicos.

Hay una prueba de fuego para saber si estás siguiendo o no la dieta a rajatabla, y es la prueba de la acetona en la orina. Si sale positiva indica que no te has saltado la dieta. ¡Qué gran contradicción, te están produciendo una enfermedad, como la acidosis metabólica, para ayudarte a perder peso!

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