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Una ingesta alta de chocolate por la mañana puede ayudar a quemar grasa y reducir los índices de glucemia en mujeres posmenopáusicas

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Y después del verano: ¡a adelgazar!

No sé si te pasa a ti pero quizás te suceda que todos los meses de septiembre, después de un estupendo verano, en el que te has “liberado” del miedo a las calorías, a la cerveza, a los postres de helado, o a las siestas eternas; tras los pareos, las camisetas amplias, y los vestidos sin cintura, vuelves a abrir el armario de la ropa formal, y te encuentras que la cremallera no sube, que a tu cinturón le faltan agujeros. Y entonces descubres con horror que has ¡engordado!
Este nefasto descubrimiento, unido a la depresión postvacacional, te hunde “en la más profunda de las miserias” y te quita la fuerza necesaria para comenzar con ánimo una nueva temporada. Esta situación, que así descrita puede resultar hasta cómica, no es utópica, por el contrario es un mal de muchos, ya que un gran porcentaje de españoles engorda de media de 3-4 kilos de peso durante el verano.
Quizás ésta no sea la primera vez que se te plantea esta problemática en septiembre. A lo mejor te has encontrado varios años sucesivos en la misma disyuntiva y, sin embargo, y a pesar de tus propósitos, cada año y casi de forma irremediable estas más gordo. ¿Quiere esto decir que no vale la pena planteárselo de nuevo? ¿Que definitivamente es una utopía cambiar?¿Que va a ser de nuevo una pérdida de tiempo? O ¿Que incluso estos planteamientos son inútiles de realizar?
Pues tengo que decirte que no es así, puede ser que hasta ahora no haya llegado tu momento. Y que tus planteamientos de cambio fueran erróneos, irrealizables o demasiado radicales. Plantéate introducir una serie de cambios en tu vida que en definitiva te ayuden a perder peso y vivir mejor sin olvidarte del placer de la comida.
La vuelta del verano es un buen momento para planteamos nuevos retos, hacer nuevas cosas, evolucionar. Algunos esperan conocer a la mujer o el hombre de sus vidas, quieren que este sea el año de su boda, el momento en que encontraran un trabajo fenomenal. Otros, quizás menos fantasiosos, se plantean únicamente mejorar en aspectos concretos y puntuales de su carácter o incluso mantenerse como están. Tú te puedes plantear una vida más saludable, y empezar por adelgazar. Aprovecha tu fuerza de estos momentos, tu ilusión por perder peso y comienza. Tu momento puede ser este. Depende en gran medida de ti.

Marta Garaulet
Directora de Centros de Nutrición Garaulet

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Y ¿tu hijo? Sabes si está comiendo bien. Aplica este test de dieta mediterránea y sabrás la respuesta

Con los años, el concepto de una buena dieta ha cambiado de manera espectacular. En 1824, “The Family Oracle of Good Health”, publicado en Inglaterra, recomendaba a las jóvenes que desayunaran lo siguiente: “galletas (no pan), filetes o chuletas asadas, poco hechos, sin grasa y media cerveza. También sugerían “una tacita de desayuno de un buen té o café bien cargado, ya que el té o el café flojo, siempre es malo para los nervios así como para la complexión”. Leer más

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Después de comer salado, me apetece dulce. ¿Por qué?

Quizás has observado que a menudo cuando sentimos apetito e iniciamos la ingesta generalmente nos apetece tomar alimentos salados, con alto contenido en grasas y proteínas, como un bocadillo de chorizo o un plato de paella. Pocas veces sucede que para empezar a comer nos apetezca un dulce de chocolate. Sin embargo, después de tomarnos un plato de cocido, unas lentejas estofadas o unos macarrones con atún, parece que necesitamos, casi con urgencia, rematar la comida con un postre dulce rico en azúcares.

En nuestro sistema digestivo además de los receptores mecánicos que responden al llenado del estómago trasmitiéndonos una sensación de hinchazón, también disponemos de unos receptores químicos, más sofisticados, que se saturan de forma selectiva con las diferentes sustancias o nutrientes de los alimentos. De estos receptores químicos son los receptores de lo salado los primeros que se saturan, y hasta que éstos no están saturados no comienzan a estimularse los receptores químicos sensibles a lo dulce. Este mecanismo fisiológico condiciona que a menudo no nos quedemos satisfechos si no finalizamos la comida con un apetitoso postre azucarado.

Una de las ventajas nutricionales de la cultura mediterránea es que, generalmente, se propone  como postre la fruta, que es capaz de saturar de igual manera los receptores a lo dulce por su contenido en azúcares simples y además aporta poquísimas calorías.

 

Si quieres perder peso, mantener el peso perdido o simplemente llevar una dieta equilibrada, trata de acabar tus comidas con un postre de fruta. Te saciará en la necesidad fisiológica de lo dulce y te aportará a su vez una gran cantidad de minerales y fibra, todo ello acompañado de poquísimas calorías.

Marta Garaulet Aza

Directora Centros Nutrición Garaulet

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El efecto yo-yó

 

Por fin has perdido peso. Después de grandes esfuerzos, de una férrea disciplina, tras semanas de pechuga y lechuga, de no
probar el pan y de eliminar de tu vida lo que más te gusta, como puede ser salir con tus amigos, tu báscula te indica que has
alcanzado tu meta, tus sufrimientos han llegado a su fin. Vuelves a ponerte aquellos vaqueros que llevaban años en tu armario
esperando ser utilizados, te encuentras otra vez flexible, ágil, subes de dos en dos las escaleras que tanto te costaba
subir. Todo el mundo te felicita, y realmente te sientes orgulloso, has conseguido tu objetivo de los últimos meses: alcanzar
tu peso deseado.
¿Y ahora qué? Quizás al principio del mantenimiento, por respeto a la dieta, sigues algunas de las pautas que te habías
impuesto, puede ser que sigas mirando el pan, los dulces o el alcohol, con cierto miedo, como se miran a los grandes enemigos
que te pueden hacer caer. Y, sin embargo, casi de forma irremediable, sin darte cuenta, poco a poco comienzas a ponerte los
pantalones más holgados, a guardar el cinturón pequeño y sustituirlo por el intermedio y las ropas viejas vuelven de nuevo,
tímidamente, a tomar su puesto en el armario, relevando a los famosos vaqueros que tanto te costó ponerte. Estás engordando.
Esta situación se repite hasta en el 80% de los casos de personas que han realizado dietas de adelgazamiento, en su mayoría
cuando éstas son desequilibradas, hiperproteicas, disociadas etc.. Se llama efecto yo-yó porque el peso baja y sube
rapidísimamente, igual que un yo-yó, sin conseguir mantenerse estable.
Te preguntarás por qué sucede. Fisiológicamente, tu organismo va a tratar de recuperar el peso inicial, aquél que reconoce
como suyo, el que más tiempo has mantenido. Tu pérdida de peso la considera como un accidente, una situación pasajera
consecuencia de algún estrés metabólico del que debe salir para recuperar su normalidad.
Ahora después de la dieta y por la disminución del tejido adiposo, los valores de leptina van a ser menores. Además, se va a
producir un aumento de la ghrelina, hormona estimulante de apetito y culpable de la sensación de estómago vacío. Estos
cambios hormonales, entre tros factores te van a llevar a tener un apetito considerable que te dificultará el seguimiento de
unas pautas dietéticas adecuadas. Recuerda que la leptina es una proteína capaz de disminuir tu apetito y aumentar tu gasto
energético.
Recuerda: Estos cambios fisiológicos son más pronunciados si la pérdida de peso ha sido muy rápida, si la dieta que has
seguido es muy desequilibrada, de bajo contenido calórico y en especial si carece de carbohidratos, es como si tu organismo
detectara una situación de peligro y “pusiera las rejas”

Consejo: ¡Ojo! Trata de adelgazar lentamente, huye de las dietas hipergrasas, hiperproteicas o disociadas, la pérdida de peso
generalmente se acompaña de una aumento descontrolado del apetito. Si sigues una dieta hipocalórica, con suficiente contenido
en carbohidratos, y un control moderado de la grasa, tendrás grandes compensaciones en tu mantenimiento.

Marta Garaulet Aza
Directora de los Centros Garaulet

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¿Cuáles son los alimentos que más sacian?

A veces nos sucede que al poco tiempo de haber comido volvemos a sentir apetito, como si hubieran transcurrido muchas horas desde que tomamos el último bocado. Otras veces, en cambio, nos pasa que con una pequeña tapa a media mañana parece que se nos quita el apetito y ya no tenemos hambre cuando llega la hora de la comida. Leer más

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El poder antioxidante del tomate

Crudo, frito, cocido, en salsa, en zumo o en gazpacho, el tomate es un alimento nutritivo y refrescante que, por su sabor y bajo precio, forma parte de la dieta de la mayoría de los españoles.
Sin embargo, el beneficio de esta sencilla fruta en la salud puede ser superior a cualquier fármaco o producto de complejas investigaciones, que el hombre haya inventado.
La sustancia que según todos los estudios es responsable de las importantes propiedades del tomate sobre nuestra salud es el licopeno, un pigmento que le proporciona su característico color rojo. El licopeno también se encuentra en las sandías, las zanahorias, los albaricoques y en los pomelos. La diferencia es que el tomate tiene  mayor proporción  de este pigmento.
El contenido en licopeno aumenta con la maduración de los tomates y puede presentar grandes variaciones según la variedad y condiciones del cultivo como pueden ser el tipo de suelo y el clima. De forma general , el contenido de licopeno es menor en los tomates cultivados en invernaderos, en cualquier estación, que en los tomates producidos al aire libre durante el verano. También es menos en frutos que se recolecten verdes y maduran en el almacén.
Las propiedades beneficiosas del licopeno se adjudican a su capacidad antioxidante ya que actúa protegiendo a las células humanas del estrés oxidativo, producido por la acción de los radicales libres, que son uno de los principales responsables de las enfermedades cardiovasculares, del cáncer y del envejecimiento.

Marta Garaulet Aza

Directora Centros Nutrición  Garaulet

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“I have a Dream”

“I have a Dream”

Para Enrique Martínez Tévar
Pero hay más en la vasta geografía
de la magna novela de Cervantes
y el alma que al destino desafía enfrentando su suerte a los gigantes;
que hay un loco tan cuerdo que confía
liberar este mundo, de ignorantes.
Julio G. Alonso

Estoy en Boston, ya haciendo las maletas, recogiendo todo lo que se genera en unos meses de vida en otro país, que sorprendentemente es mucho. Coincide con las noticias que hacen referencia al excepcional discurso de Martin Luther King que cambió el rumbo de la historia, y que hace posible que en estos momentos este país tenga un presidente negro. Al recoger los papeles, ordenar  los archivos del ordenador,  al ir guardando la ropa en la maleta, me doy cuenta de todo lo que genera un sueño, y también soy consciente de que, a mi manera, yo también he pasado la mitad de mi vida persiguiendo un sueño. Luchando por un sueño que se generó aquí mismo, hace 24 años cuando por primera vez vine a hacer el máster en Harvard: “El Método Garaulet”.
No es raro que este sueño se generara en EEUU, es el país en el que uno siente que los sueños se pueden hacer realidad. Tampoco es raro que este sueño se desarrollara en España, la tierra de Don Quijote de la Mancha, de hidalgos caballeros, y de grandes conquistadores, seguidores de ideales.
Cuando pienso en mi sueño, me doy cuenta de que éste no está en Harvard. Aunque a veces me confunda por la ilusión que me trasmite la ciencia. Soy consciente de que, a diferencia de otros investigadores, mi meta final no está en la ciencia. Ésta es un mero instrumento que me ayuda a establecer las bases del conocimiento y a dar credibilidad a mis ideas.
Cuando persigo mi sueño, pienso en todas las personas a las que podemos ayudar con nuestros consejos. También en los componentes de esta familia que es el equipo Garaulet; son las personas que conmigo desarrollan este sueño. Más importante todavía, personas que en algunos casos han hecho de mi sueño el suyo. Todos ellos, a pesar de las dificultades que estamos viviendo, vuelven ahora en septiembre con ilusión a abrir las puertas de sus clínicas, tratando de mejorar los consejos y el apoyo que les dan a sus pacientes.
Y me pongo  triste, porque uno de estos hidalgos caballeros de sonrisa permanente, precisamente de La Mancha, no estará más con nosotros a mi vuelta ahora a España.
Este sueño, como todos los sueños, está siendo más difícil de lo que creía. Pero me consuelan las palabras de Enrique que recuerdo con emoción: “Marta, es que ahora es cuando en realidad estoy haciendo lo que quería. Estoy desarrollando la profesión para lo que me he estado preparando toda la vida…”.
Y entonces siento que le ayudé también a desarrollar su sueño, y eso me consuela.

Marta Garaulet

 

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El peso ideal no existe

En 1959, la agencia de seguros norteamericana “Metropolitan Life” se inventó el término de peso ideal con el fin de determinar qué individuos presentaban algún riesgo de salud relacionado con su peso corporal, y así aumentar el coste de la póliza de seguros. Sí, así es, no te sorprendas, si tu peso estaba por encima de lo considerado ideal, estate seguro que tu póliza te iba a costar mucho más. El peso ideal era un peso definido que estaba determinado únicamente por la altura y el sexo del individuo, sin tener en cuenta ni su complexión física, ni su edad, ni la cantidad de músculo corporal. Así, por ejemplo, un hombre que midiera 1 metro 70 debía pesar 70 kilos mientras que una mujer con la misma altura, debía pesar 10 kilos menos, es decir 60.

El peso en la dieta

El peso en la dieta

Esta ha sido nuestra referencia de peso durante los últimos años, no sólo en Norteamérica sino en la mayoría de los países desarrollados. Todos buscamos el peso ideal, incluso en las farmacias, las balanzas se basan en este concepto para indicarnos si presentamos obesidad Leer más

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El tejido adiposo y la leptina

Nuestra grasa corporal, lo que vulgarmente llamamos michelines, juega también un importante papel en el control de la ingesta. El tejido adiposo se va a encargar de comunicar al cerebro si estamos o no engordando, lo que va a ser definitivo para que el cerebro mande sustancias saciantes o estimulantes del apetito.

La leptina recibe su nombre de la raíz griega “Leptos”, que significa delgadez, ya que cuando alcanza el cerebro es capaz de disminuir el apetito y aumentar el gasto energético. Su descubrimiento se considera el más importante avance científico relacionado con la obesidad de los últimos siglos. Por primera vez en la historia se descubre que el tejido adiposo, que hasta entonces se consideraba un tejido inerte, un simple almacén de energía, era capaz de secretar sustancias y lo que es más sorprendente, que estas sustancias al circular por sangre se comportaban como hormonas informando al cerebro sobre el estado de nuestro peso corporal.

obesidadTambién nuestro aparato digestivo es capaz de comunicarse con el cerebro para decirle si hemos comido recientemente. Después de comer, tras digerirse en el estómago, el alimento una vez triturado y mezclado, pasa al intestino. La presencia de alimento en la parte superior del intestino delgado estimula la producción de una sustancia que es también capaz de saciar nuestro apetito: La colecistoquinina, o CCK. Este péptido, se comunica con el cerebro a través del nervio vago que, a pesar de su nombre, trabaja incansablemente como vía de conexión entre el sistema digestivo y el cerebro.
La CCK es una de las sustancias químicas con una acción más potente en el hecho de “parar” de comer.
Fdo: Marta Garaulet Aza
Directora de los Centros de Nutrición Garaulet