¡Háblate a ti mismo!

Por Marta Garaulet

La noche antes había aterrizado en Boston. Venía a Harvard para una estancia de tres meses y eran las cuatro de la mañana cuando repentinamente me desperté. La causa de mi insomnio era el maldito Jet Lag.
Tras varias horas dando vueltas en la cama, por fin amaneció. Todo ese tiempo había estado inmersa en pensamientos negativos.
Después de varios intentos fallidos, conseguí salir de mi pequeño apartamento. Hacía frio, y me di cuenta de que no tenía chaqueta, me la había dejado en España, ¡Lo que me faltaba! pensé.
Decidí ir a un “Starbucks” con el propósito de tomarme un té Chai. Es un tipo de té que me encanta, tiene muchas especias como clavo, canela, curry, pimienta, y siempre me reconforta y activa. Tras pedir mi té, me senté y vi que encima de mi mesa, había una de esas revistas de salud gratuitas para el cliente, su título era “Have a healthy life”.
Al abrirla esperaba encontrar algún artículo sobre qué comer para estar más joven; o cómo adelgazar en 15 días sin pasar hambre. Pero a diferencia de lo esperado, me encontré el siguiente encabezado ¡háblate a ti mismo!
¿Más?, pensé, que me hable más todavía, me dije a mí misma. Pero si llevaba ya seis horas hablándome. De hecho, no tenía a nadie más a quien hablar, y no recordaba haber tenido ni un pensamiento positivo desde que me había despertado.
El artículo, escrito por una tal Jennifer, indicaba que además de mantener una alimentación equilibrada y realizar ejercicio físico, debíamos cuidar el medioambiente, este hogar a gran escala al que llamamos Tierra. Estos conceptos, aunque importantes, no me eran nuevos. Sin embargo, una frase captó mi atención, Jennifer decía que no sólo debíamos cuidar el medioambiente, sino que, a otra escala, también deberíamos cuidar un ambiente más íntimo en el que vivimos, debíamos cuidar nuestra propia mente.
¡Qué razón tenía esta Jennifer! yo que tanto me preocupo de mi salud, que no paro de dar consejos de alimentación, llevaba más de seis horas maltratando mi mente con pensamientos negativos. Sí, mi mente: este espacio tan íntimo.
Este artículo me hizo recordar ideas que siempre había considerado, y que derivaban de mis estudios de investigación, que el estrés, la ansiedad, la tristeza son en sí mismos factores de riesgo para nuestra salud. Un riesgo comparable al que produce una alimentación desequilibrada, la falta de ejercicio, el tabaco, el alcohol, o el colesterol sanguíneo elevado. Afectan a nuestra salud, se asocian con alteraciones en nuestros ritmos biológicos, y entre otras cosas alteran nuestra fisiología. Sabemos que un pensamiento negativo, desencadena una cascada de pensamiento-sentimiento-acción, todos ellos negativos, lo que finalmente se traduce en un riesgo para tu salud.
Por eso te digo: Háblate a ti mismo, y escúchate cuando te hables. Mira a ver si esas cosas que te dices son positivas, son agradables, son alegres. Pregúntate si permitirías que te las dijera otra persona. ¿A qué no le dejarías a un amigo que te llamara gordo, inútil, incapaz o tonto? Pues no te lo permitas a ti mismo. No te comportes contigo como si fueras tu mayor enemigo. Si te vienen pensamientos negativos, identifícalos, y aléjalos de tu mente.
Te aconsejo que te hables en alto y si puedes dirígete a ti en tercera persona, es mucho más eficaz. Llámate por tu nombre. La hipótesis es que es más fácil ser educado y amable con otros, que con nosotros mismos. Hablar en tercera persona crea una especie de distancia entre nosotros y nuestros pensamientos que hace que nos respetemos más, nos escuchemos, y que finalmente hagamos caso a lo que nos decimos.
Desde hace años, los que me conocen saben que muchas veces hablo sola. Me encuentro diciéndome a mí misma: Marta, no te preocupes, todo saldrá bien. Sobre todo, esto pasa cuando me planteo un nuevo reto y si tengo miedo a no conseguirlo. Al escuchar mi voz, pienso, si tú lo dices Marta, lo harás, y eso me reconforta y me da fuerza.
La verdad es que esta columna de Jennifer, me alegró el día, me fui a comprar una chaqueta (ver foto), y me hizo empezar esta nueva aventura americana con otra actitud, mucho más positiva, y ahora que han pasado unos días os digo que estoy muy feliz aquí y que agradezco su consejo. Además, aquí en Boston, al ser una sociedad más individualista, a nadie le importa que yo hable alto, no me preocupa que piensen que estoy loca. Y como me hablo en español, no me entienden.
Por eso te lo transmito: háblate a ti mismo en voz alta, con mensajes positivos y de ánimo; y así crearás un ambiente sano en ese espacio tan íntimo que es tu mente, un ambiente tan beneficioso para tu salud como lo es comer bien o hacer ejercicio. No dejes de hacerlo.
Desde Boston, con amor (25 Aniversario de Centros de Nutrición Garaulet)
Marta Garaulet, Directora de Investigación